matematica-estas-ahi-episodio-2

La inequitativa distribución de la riqueza marca una desi­gualdad ciertamente criminal. Unos (pocos) tienen (tenemos) mucho; otros (muchos) tienen poco. Muchos más tienen casi nada. La sociedad ha sido, hasta aquí, más bien indiferente a las desigualdades de todo tipo. Se las describe, sí, pero en general el dolor termina en hacer una suerte de catarsis que parece “exculpadora”. Bueno, no es así. O no debería serlo. Hasta aquí, ninguna novedad.

La riqueza no sólo se mide en dinero o en poder adquisiti­vo, también se mide en conocimiento, o mejor dicho, debería empezar por ahí. El acceso a la riqueza intelectual es un dere­cho humano, sólo que casi siempre está supeditado al fárrago de lo urgente (nadie puede pretender acceder al conocimiento si antes no tiene salud, ni trabajo, ni techo, ni comida en su plato). Así, todos tenemos un compromiso moral: pelear para que la educación sea pública, gratuita y obligatoria en los niveles primario y secundario. Los niños y jóvenes tienen que ir a estu­diar, y no a trabajar.

Con la matemática sucede algo parecido. Es una herramienta poderosa que enseña a pensar. Cuando está bien contada es seductora, atractiva, dinámica. Ayuda a tomar decisiones edu­cadas o, al menos, más educadas. Presenta facetas fascinantes que aparecen escondidas y reducidas a un grupo muy pequeño que las disfruta. Y es hora de hacer algo, de pelear contra el pre-concepto de que la matemática es aburrida, o de que es sólo para elegidos.

Cómo citar:

APA

Paenza, A. (2006). Matemática… ¿estás ahí? Episodio 2 (Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina).

ISO 690

PAENZA, Adrián. Matemática… ¿estás ahí? Episodio 2. 2006. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina.

MLA

Paenza, Adrián. Matemática… ¿estás ahí? Episodio 2. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2006.

Por eso escribí Matemática… ¿Estás ahí? Porque quiero que le demos una segunda chance. Porque quiero que la sociedad advierta que le estamos escamoteando algo y que no hay dere­cho a que eso suceda. Hasta aquí, quienes comunicamos la matemática hemos fracasado, no sólo en la Argentina sino en casi todo el mundo.

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Fuente: Adrián Paenza